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El 11 de abril amaneció en Caracas con un ambiente denso, lleno de rumores, tensiones y disturbios de la prensa privada: desde el 9 de abril, una huelga general fue convocada por la oposición y mantuvo paralizado al país.
Los ánimos estaban caldeados en las calles de Caracas, había una sensación de confrontación entre los Chavis y sus oponentes, quienes fueron alentados por los líderes de la iglesia, los sindicatos y los empresarios que habían incitado al derrocamiento de Hugo Chávez.
En Miraflores, el Presidente presidió un Consejo de Ministros extraordinario, mientras en las afueras miles de personas se concentraban en apoyo al Gobierno.
La chispa, al mediodía, se encendió desde Chuao con la extendida marcha opositora hacia Miraflores. La tensión aumentó rápidamente y hubo enfrentamientos con la Policía Metropolitana y se dispararon contra la multitud desde algunos hoteles adyacentes: hubo víctimas.
Se anunció por televisión que Chávez había sido detenido en Fuerte Tiuna. En las calles reinaba la confusión y el desconcierto. La prensa privada celebró la caída de Chávez, mientras el canal estatal denunció un golpe de Estado y llamó a la resistencia. En barrios, caseríos y plazas, la gente se movilizó espontáneamente exigiendo el regreso del Presidente.
El 12 de abril fue un día de incertidumbre y violencia. Pedro Carmona Estanga, presidente de Fedecámaras, se autoproclamó presidente. Desde Miraflores, el empresario disolvió los poderes, entre ellos la Asamblea Nacional y la Corte Suprema de Justicia.
Se intensificó la represión contra los chavistas: muertos y heridos. El 13 de abril se intensificó la resistencia popular.
En Caracas, miles de personas marcharon hacia Miraflores. La presión popular se extendió por todo el país a medida que los florecientes apamatos, junto con la lealtad de un sector de las Fuerzas Armadas, condujeron al rescate del Presidente. En las primeras horas del 14 de abril, Chávez regresó a Miraflores en medio de una multitud jubilosa. Los apamates, en medio del caos y la violencia, florecieron.
Estos árboles, símbolo de la primavera venezolana, se han convertido en un símbolo de esperanza y resistencia para el pueblo chavista.
Su apogeo coincidió con el regreso de Chávez al poder, que para muchos fue un presagio de la victoria popular.
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