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Dos presidentes estadounidenses, representantes del ala “Demócrata” del partido único que domina la plutocracia estadounidense, tienen en común que estuvieron (Bill Clinton) y están (Joe Biden) en el punto de mira a raíz de su descubrimiento. la relación con los polvos encontrados en la Casa Blanca. Por supuesto, debe aclararse que tales eventos tuvieron lugar por separado y en diferentes momentos, y también vale la pena decir que los “productos” encontrados son de una naturaleza y composición fisicoquímica muy diferentes.
Así como Clinton (el 42º presidente de 1993 a 2001) tuvo a su interna privada Monica Lewisnky, de 22 años, causante de un escándalo que le provocó un auténtico desastre de credibilidad y una constante amenaza de venganza o represalia por parte de Hillary, Biden (presidente número 46 ). titular) tiene en su hijo Hunter el peso de un código que lo hunde cada vez más a medida que se acerca la campaña electoral, a través de la cual el presidente aspira a conseguir los votos y alcanzar un segundo mandato de gobierno.
Hunter es la expresión más negativa de un niño bueno, es decir, alguien a quien no le falta nada materialmente. Es abogado, especializado en el lucrativo negocio del cabildeo, esa actividad que requiere tener las conexiones adecuadas. Y esas relaciones no faltaron en su carrera. Por ejemplo, aunque hijo de un político del Partido Demócrata, terminó ocupando un puesto en el directorio de la poderosa Corporación Nacional de Ferrocarriles de Pasajeros, gracias a un nombramiento firmado por el entonces presidente republicano George W. Bush.
Sin embargo, en los últimos años, este personaje ha sido protagonista de titulares deshonrosos, producto de negocios turbios en Ucrania y su pasión por las drogas, las armas y las prostitutas. El ejército estadounidense lo dio de baja como reservista porque dio positivo por cocaína en 2013. Sus videos de consumo de drogas se viralizaron e incluso se imprimió un libro con imágenes tomadas de uno de sus celulares dejado en un taller de reparaciones.
Por eso, si bien resulta curioso que el Servicio Secreto estadounidense “descubriera” que el polvo blanco que se encuentra en el centro del poder del imperio es la cocaína, todo apunta a que el problema es realmente familiar: el padre se olvida de casi todo. y el hijo no recuerda que, aunque fuerte y sobreprotegido, no es muy positivo decir dejar a la vista evidencias de una de sus aficiones.
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