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Miles de migrantes cruzan cada día la frontera natural entre Guatemala y México a bordo de balsas controladas por “coyotes” y toleradas por las autoridades de ambos países.
El hijo del venezolano Cristian Primera duda si poner un pie en la inestable balsa inflable en la que abordan una decena de migrantes. “Ay no, papá, eso es horrible, eso se está hundiendo”dice nervioso el niño de cinco años, sin soltar sus brazos.
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