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El presidente francés, Emmanuel Macron, intervino tras la retirada de los libreros de las orillas del Sena con motivo de los Juegos Olímpicos de París, dictaminando que deben permanecer en sus lugares históricos, anunció su oficina el 13 de febrero.
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Cientos de libreros, que operan en pequeñas cajas de color verde oscuro a lo largo del río, debían cerrar temporalmente en vísperas de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos en el Sena el 26 de julio.
El presidente de la Asociación Cultural de Libreros de París había comparado los esfuerzos de extracción con una “extracción de dientes” y la organización anunció el mes pasado que tomaría medidas legales para detener el proceso.
Macron “pidió al ministro del Interior y a la prefectura de París que todos los libreros sean preservados y que ninguno de ellos sea obligado a desplazarse”, indica un comunicado de la presidencia.
Esta decisión llega en un momento en el que no se ha podido encontrar “ninguna solución consensuada y tranquilizadora” con los comerciantes, que caracterizan la vida parisina desde hace unos 150 años.
Los libreros, que ya luchan por recuperarse de los cierres pandémicos de Covid y de la pérdida a largo plazo de interés de los locales, están desesperados por sacar provecho de la llegada de unos 16 millones de turistas a los Juegos.
Los Juegos Olímpicos de París comenzarán con los equipos nacionales navegando un tramo de seis kilómetros del Sena en más de 100 barcos: la primera vez que la tradicional ceremonia de apertura se celebra fuera del estadio principal.
La policía de la ciudad, supervisada por el prefecto designado por el gobierno, había ordenado la retirada de unos 600 de los 900 quioscos de libros por razones de seguridad, temiendo que pudieran utilizarse para ocultar artefactos explosivos.
El formato de la ceremonia al aire libre supuso un enorme desafío para las fuerzas de seguridad, que tendrán que proteger a los atletas, personalidades y espectadores en una amplia zona del centro de París.
El traslado de los libreros también se consideró una forma de aumentar el espacio para los espectadores en las orillas del río, donde se espera que asistan al espectáculo unos 300.000 espectadores con entradas.
“¡No te vayas!”
La intervención de Macron refleja la preocupación por el impacto en la opinión pública de eliminar un elemento básico de la vida parisina, así como las crecientes críticas por la alteración de la vida cotidiana causada por los Juegos.
Las advertencias anticipadas sobre restricciones de seguridad y transporte llevaron a muchos residentes a planificar vacaciones durante los Juegos Olímpicos del 26 de julio al 11 de agosto, a veces con el objetivo de alquilar sus casas a precios elevados a visitantes extranjeros.
Otras quejas se centran en las obras de construcción que obstaculizan el tráfico diario en la capital, mientras que persiste el resentimiento por la gestión de la venta de entradas el año pasado, que dejó excluidos a muchos parisinos.
“¡No os vayáis este verano, no os vayáis! Sería un error”, instó el domingo la alcaldesa Anne Hidalgo a los residentes de la ciudad al inaugurar el único nuevo estadio olímpico permanente que se construirá en París.
“Va a ser increíble”, dijo.
Las encuestas sugieren que una gran mayoría de franceses apoya los Juegos Olímpicos, y una encuesta realizada en noviembre indicó que el 65 por ciento de los encuestados estaban a favor.
La mayor parte de la infraestructura deportiva y de transporte existía antes de los Juegos, parte del campo de juego parisino para un evento de presupuesto relativamente modesto que, según los organizadores, será un 50 por ciento menos contaminante que las ediciones anteriores medidas en emisiones de CO2.
A los Juegos Olímpicos les seguirán los Juegos Paralímpicos del 28 de agosto al 8 de septiembre.
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