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El año pasado, feroces incendios forestales destruyeron miles de hectáreas de uno de los bosques más pintorescos de Francia. Las autoridades francesas luchan ahora contra una invasión de escarabajos que devoran los debilitados pinos de La Teste-de-Buch, en el suroeste de Gironda.
“El año 2023 es tan cruel y dramático como los incendios forestales”, afirmó Matthieu Cabaussel, uno de los administradores del bosque privado de La Teste-de-Buch. “Es un doble castigo”.
El escarabajo taquígrafo, un insecto de color marrón que se encuentra en el aire y mide medio centímetro, ataca principalmente a los pinos dañados por incendios o tormentas.
El parásito pone sus huevos en la corteza, y cuando estos eclosionan, las larvas descienden por el tronco del árbol hasta morir.
Donde antes había pinos marítimos de 250 años de antigüedad, ahora las máquinas zumban mientras los trabajadores cortan, podan, aserran y eliminan los árboles infestados de plagas.
A lo largo de la pista 214, que atraviesa el bosque de La Teste-de-Buch, se amontonan miles de troncos, símbolo de una nueva amenaza medioambiental en una región donde los incendios destruyeron unas 30.000 hectáreas de bosque el año pasado.
“Gestión desastrosa”
Los expertos afirman que la tala de árboles es necesaria para combatir las plagas de escarabajos de la corteza, que también afectan a los bosques del este de Francia, así como de Europa del Este.
“La tala de los árboles afectados es la única manera de combatir esto”, dijo a la Francis Maugard, jefe de riesgos naturales de la Oficina Nacional Forestal (ONF), una agencia gubernamental.
Maugard dijo que se utilizaron trampas de feromonas para medir el alcance de la infestación.
Cerca de la famosa duna de Pilat, la duna de arena más alta de Europa, la ONF lanzó inmediatamente una campaña de tala de árboles en el bosque nacional de La Teste, la mitad de los cuales fueron quemados.
Se extrajeron unos 80.000 metros cúbicos de madera, el equivalente a 20 años de tala.
Pero en el bosque privado, donde casi 3.800 hectáreas fueron víctimas de incendios forestales, las autoridades no reaccionaron tan rápido y la tala de árboles no comenzó hasta enero.
Para Hervé Jactel, del Instituto Nacional de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (INRAE), esta actitud equivale a una “gestión desastrosa”.
Jactel, director de investigación del laboratorio BioGeCo del instituto, criticó también el almacenamiento de madera infestada en los bosques.
“Era el entorno ideal para la reproducción”, afirmó, destacando que los escarabajos de la corteza también se reproducen más rápidamente debido a las altas temperaturas del verano.
“Es una verdadera bomba de tiempo”, afirmó. “Si no hacemos nada, la primavera de 2024 será mil veces más peligrosa”.
Cabaussel, que ayuda a gestionar el bosque privado La Teste-de-Buch, reconoció una serie de “dificultades”, incluido el clima cálido y la baja demanda, que han ralentizado la evacuación de los árboles afectados.
‘Tenemos miedo’
A finales de octubre, se retiraron unas 270.000 toneladas de madera de los bosques privados y quedaba por cortar al menos el doble.
Cabaussel espera tomar todas las medidas necesarias, incluida la tala de árboles durante los meses de invierno, cuando las plagas están inactivas, para “salvar los bosques vecinos”.
El escarabajo de la corteza ya se ha infiltrado en las zonas urbanas de La Teste, obligando a los residentes a talar pinos en sus jardines.
“Existe el riesgo de una explosión demográfica”, afirmó François Hervieu, de la Dirección Regional de Alimentación, Agricultura y Silvicultura (DRAAF), pero añadió que la amenaza era manejable.
“Estamos en una situación que requiere la mayor vigilancia para evacuar los árboles a tiempo”.
ADDUFU, una asociación local de residentes que tienen un derecho medieval a recolectar madera en el bosque, pidió la creación de sitios dedicados a la evacuación y almacenamiento de madera.
“Todavía queda mucha madera por talar y tenemos miedo”, declaró Philippe Fur, vicepresidente de ADDUFU. Teme que el problema empeore en el futuro.
“El desastre que sufrimos es grave porque no volveremos a ver un bosque viejo en nuestra vida”, afirmó Cabaussel.
“Pero los ecosistemas forestales se recuperarán muy bien”.
En los bosques diezmados de La Teste-de-Buch, la naturaleza ya está reclamando sus derechos: pequeños pinos han crecido entre tocones y helechos carbonizados.
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