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Dina Boluarte aprobó la liberación de Alberto Fujimori, lo que generó gran polémica
Sin cumplir una condena de 25 años por crímenes de lesa humanidad y en contra de lo establecido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la presidenta Dina Boluarte a jugó parte de su frágil capital político aprobando la liberación del peor dictador de la historia del Perú. La foto de Alberto Fujimori, entre sus hijos Keiko y Kenji, con mascarilla y botella de oxígeno a sus pies, dio la vuelta al mundo en minutos y sacudió a la sociedad peruana nada más salir del penal de Barbadillo, en Lima.
Unas horas más tarde se repitió la foto pero dentro de la casa de Fujimori, entre sonrisas y en un ambiente muy diferente. Megáfono en mano, los dos hermanos comparecieron ante la prensa y ante sus seguidores agradecer a las autoridades “Hoy dejo que mi padre esté en casa”, felicitó Keiko. El ex candidato presidencial también enfrenta un proceso por lavado de dinero y una solicitud de sentencia, formulada por la Fiscalía, de 30 años de prisión.
Como si Perú quisiera condensar en unas pocas horas su historia política contemporánea, la libertad de Fujimori coincidió con el primer aniversario del golpe de Estado del también preso Barbadillo Pedro Castillo, la celebración del primer año de Boluarte en el poder y la suspensión temporal por seis meses del poder. Fiscal General, Patricia Benavides. El Consejo Nacional de Justicia fue implacable con los acusados de crear un red de trafico de influencias.
Benavides acusó al presidente ante el Congreso a finales de noviembre de ser responsable del asesinato de 50 personas durante las protestas de hace un año. tal que Boluarte vuelve a salir ileso de estas acusaciones y mantener la mayoría parlamentaria necesita el apoyo del Congreso, donde Fujimori (Fuerza Popular) tiene 22 de los 130 diputados.
Las encuestas confirman los peores números en décadas: el sucesor de Castillo apenas cuenta con su apoyo 12% de los peruanos. Su año al frente del país transcurrió entre acusaciones y escándalos, una crisis permanente que nunca pudo traducirse en elecciones anticipadas por la connivencia de diversas fuerzas políticas.
La liberación de Fujimori de prisión ha reabierto heridas que nunca se cerraron y se suman a las infligidas. durante la represion tras la caída de Castillo. Las protestas se extendieron por distintas zonas del país, especialmente en los mismos Andes que se levantaron contra Boluarte. “Esta democracia ya no es democracia; ¡Dilma mata, la gente te repudia!”, corearon los manifestantes en Huancavelica.
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