[ad_1]
“Barbie” llega a los cines envuelta en un arsenal de anuncios y merchandising. En los tráilers, cualquiera podría jurar que es una película divertida, pero termina siendo un duro golpe en el estómago. Y, para los más desafortunados, en la cartera.
Sobre todo porque no se entiende la idea de que su directora Gretha Gerwig pretende vender más allá del consumismo loco y el feminismo extremo que destroza como loca al patriarcado. No hay término medio en la película, ella va en contra de los hombres que son retratados como idiotas.
Quizás esta sea la forma de vengar una idea que intentas vender en conjunto, pero que solo está en tu cabeza. Que las mujeres no tenían poder, ni voz ni voto en un mundo dominado por hombres. O más bien esta es la excusa para ganar dinero, otra vez.
A partir de ahí, y entendiendo esto, el humor y la ironía de Gerwig -escena tras escena- es una explosión de arrecherha, y perdón por el juego de palabras. Por otro lado, las ideas no logran conectar cuando uno intenta procesar esa salchicha disfrazada de la muñeca más rosa del planeta. Ella se esconde justamente en eso, en Barbie que es un ícono de consumo que mueve a las masas, para desatar su odio, vendiéndola como una película apta para todos.
Pero no, “Barbie” no es para niños, ni para hombres, ni mucho menos para mujeres que encuentran en los hombres a su pareja. Menos aún para los fans de las muñecas que salen decepcionados de la sala ante la creciente expectación sembrada. Pero desglosaremos la historia, o al menos las partes que no van a ninguna parte.
Los hombres no juegan con muñecas.
En la película, de repente, se establece la idea de que Barbie es un producto de consumo femenino (lo que en sí mismo es una posición machista). Se olvida que la empresa que lo produce (Mattel) hoy presume de que es un juguete universal, para niños y niñas. Del mismo modo, en sus 64 años de historia, ¿cuántos hombres no han jugado con él y lo han honrado con gratos recuerdos?
Pero también se olvidan los coleccionistas, muchos de los cuales son hombres y tienen una visión del producto opuesta a la de Gerwig. Con esto quiero decir que desde el principio la directora revela que es muy intolerante.
Pero esta no es la única idea extremista. Mattel Se representa como una industria fría llena de idiotas, todos hombres, que determinan el uso de la muñeca ciega. Parece que en los últimos años Barbie se ha posicionado como un juguete sexual diverso, que sus medidas, raza y estilo son hoy más inclusivos que nunca. Esto continúa mostrando que Gerwig, aunque aparece como feminista, lo hace desde el extremo más radical y conservador.
En la película Barbie no canta, pero Ken sí, apareciendo como un muñeco inútil, ridículo, aburrido y sin propósito. Un accesorio que vive a merced de Barbie. Él trata de ser todo para ella, pero ella no para él. Porque se cree suficiente para considerarlo, escucharlo y comprenderlo. ¡No lo necesitas, no lo quieres, no te sirve! Y no hay un momento en la película en el que haya una verdadera empatía por eso de su parte. Al final, incluso le dice que siga tu camino que yo seguiré el mío, como si las mujeres decidieran el destino de los hombres. Allí, algunos espectadores más sensibles se conmueven diciendo: no, eso no me gustó.
Además, en la película el único padre de familia que se muestra es un tonto que, en lugar de cuidar la casa, pasa horas tratando sin éxito de aprender español. Otra forma de exponer la simpleza y estupidez, según Gerwig, del sexo masculino. ¡Pura misandria!
quería salir de la habitación
El cine en su discurso genera malestar. Pero también es contradictoria esa forma de representar a las mujeres como si no supieran lo que quieren. Y lo que queremos decir: Barbie vive en Barbie Land, un paraíso que controla y respeta todos sus caprichos materiales. Tiene la mansión, el coche, el armario, los amigos, pero sin embargo, un día se desconecta de la huella y empieza a hacerse preguntas. Esto hace que huya al mundo real en busca de respuestas a preguntas como: la celulitis, los pies planos, la desconexión con las niñas que juegan con muñecas o sus dudas sobre la muerte.
Ken, que está atónito por su belleza, la invita a escondidas al viaje. Obviamente, Barbie no quería llevársela, centrada en el autodescubrimiento, pero ella accede porque se siente impotente. Cuando llegan al mundo real, Barbie ve que todo es lo opuesto a su mundo color de rosa. Los hombres gobiernan, las mujeres son cosificadas, las niñas odian a Barbie. Las lágrimas van y vienen en torno a lo que procesa como imposible. Todo esto mientras intenta encontrar a la chica que la olvidó para reencontrarse con ella y volver a ser el objeto deseado. Ella solo quiere ser deseada y admirada por las chicas: ¡interesante!
Mientras tanto, Ken se da cuenta de que ha sido subestimado, que en este mundo real manda el hombre. Pero las contradicciones de Gerwig se repiten una y otra vez cuando revela, por ejemplo, a una doctora a la que Ken está coqueteando (¿entonces la mujer tiene una oportunidad?). A pesar de esto, Ken regresa solo a Barbie Land para cambiarlo todo. Se olvida de Barbie y se preocupa por decirles a todos que el hombre tiene el control. Y está buscando darle a Barbie una muestra de su propia medicina. Pero ella todavía no entiende lo que realmente quiere, atrapada en la estúpida idea de que es negro o rosa.
Enojado con Ken y su nueva gerencia intentan quitarle el poder adquirido. Incluso si no valora su mundo porque quiere ser humano para siempre. En este pastiche, soy esto, no soy aquello, quiero, no quiero, no es extraño perderse. Para colmo, hay una serie de personajes que no pintan nada y solo llenan de clichés el conflicto. Nunca entiendes a dónde va la relación de una madre con su hija, o por qué está siendo retratada en un drama existencial de Barbie. Como si esta madre estuviera tratando de resolver el gran rompecabezas de lo que quiere ser y hacer con su vida con la muñeca en la mano. No lo sé.
Por otro lado, al final de la película, Barbie ya no quiere ser Barbie, ¿verdad? Bueno, ella sueña con otra vida. Conclusión: sé lo que quieras, aunque hoy te provoque una cosa, mañana otra y pasado eso. La verdad no nos importa pero teníamos que vender muñecas Barbie, ropa, comida, accesorios, maquillaje y hasta palomitas. ¿Quién se negará si es el títere e ícono de la sociedad más capitalista de la historia? Chin Barbie, ¡la caja registradora está sonando!
[ad_2]
