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Un general del ejército ruso planea crear una unidad para hacerse cargo de las actividades de los Wagner en África, mientras algunos de sus mercenarios piden trabajo en otras milicias privadas.
La música de Wagner comienza a desafinar en el Kremlin. La Compañía Soldados de la Fortuna, bautizada así por Prigozhin y Utkin en honor al compositor favorito de Hitler, esta en estado de demolicion. La decisión de ponerle fin llegó de inmediato.
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