Ucrania no se amedrenta ante Putin: “Jams nos rendiremos”

Mosc lanza una operacin de castigo sobre las ciudades ucranianas como respuesta al ataque al puente de Crimea

En el interior de los coches que forman ese primer atasco en el arranque del bulevar Taras Shevchenko, muy cerca del Maidan, un pitido emergi de los telfonos de los somnolientos conductores. La aplicacin que avisa de un bombardeo inminente atron en la cola de coches. Los kievitas descubrieron en segundos la razn de las alarmas. Un misil impact junto a un parque infantil, otro en la cercana universidad, otro ms junto al edificio Samsung, otro junto al viaducto que pasa sobre el ro Dnieper… As, uno tras otro, la capital ucraniana despert de esa falsa ilusin de seguridad que daba el no haber recibido ataques durante meses.

Algunos conductores murieron calcinados al volante. Haba regueros de sangre en las aceras. Miles de ucranianos bajaron al metro, como en los peores das de febrero, para cantar su himno. Los trenes siguieron funcionando y la gente, a pesar de todo, fue al trabajo. Los bares sirvieron caf. Las tiendas reabrieron.

Este lunes, en el ensimo da de la infamia durante esta invasin, la Rusia de Putin hizo pagar a los civiles ucranianos sus propios errores blicos, as como la audaz ofensiva de los defensores, capaces de alcanzar hasta el lejano puente de Crimea. Desat su venganza en toda Ucrania, de Jarkov a Mikolayev, de Lepolis a Dnipro, de Zaporiyia a Zitomir. Desde la Segunda Guerra Mundial no se recordaba un bombardeo en tantos lugares a la vez. Fue un homenaje a Goering y al carnicero Harris. Con la soberbia habitual, el Kremlin asegur que haba alcanzado “todos los objetivos marcados”. 15 ciudades atacadas por 83 misiles de varios tipos, pero ni un solo blanco militar alcanzado. Inmediatamente sali Zelenski a pedir cautela a los suyos en plena calle y a asegurar, con ecos churchillianos: “Vamos a luchar. Jams nos rendiremos”. De nuevo, frente a un lder bunkerizado, otro que comunica bajo el cielo. Como se deca en 1940, “Keep calm and carry on“.

En muchas calles de Ucrania la noche y el fro llegaron sin electricidad que los combatiera. Algunos de los misiles reventaron centrales de energa por todo el pas. Sus soldados malviven, malcomen, son obligados a realizar ofensivas suicidas sin sentido y retroceden, pero Putin quiere regalar penurias para todos y reparte dolor a sus reclutados y a sus invadidos. La monumental Lepolis pareca Londres durante el Blitz. Ni una luz salvo las de los coches, con las sirenas sonando y la gente en el refugio. Antes fueron los nazis y ahora son los de la Z.

Fue el de este lunes el tpico ataque del dictador frustrado, que es capaz de sacrificar decenas de los misiles ms caros de su cada vez ms escaso arsenal (13 millones de euros vale cada Kaliber) sin alcanzar ni un solo objetivo militar, slo por verter sangre inocente. No hay cambio alguno en la guerra. Si acaso, a peor para Mosc. Mientras que bombardeaba, las tropas ucranianas alcanzaban toda la lnea defensiva montada en Svatove, poniendo a tiro todo el blast de Lugansk.

Vladimir Putin no parece darse cuenta de, algo: en realidad, todo esto es una muestra de enorme debilidad. Los halcones del Kremlin, como Dimitri Medvedev, mano derecha de Putin, advirtieron de que esto slo era el primer plato y que su objetivo era “terminar con el gobierno de Kiev”. Agregados como Margarita Simonyan, la directora de RT, lo celebr en su cuenta de Twitter. As es la orwelliana existencia en la corte de Mosc: un da se exige la paz y al siguiente se aplaude una masacre de civiles. Un da eres un terrorista por derribar un puente porque el que se trasladan tanques y al da siguiente mandas toneladas de plomo caliente al centro de las ciudades. Rusia ha tumbado en Ucrania ms de 300 puentes, decenas de fbricas, barrios enteros en capitales como Jarkov. Hay algunas ciudades, como Sverodonetsk, que vienen en Google Maps, pero que ya no existen. Este lunes fueron, de momento, 11 muertos y 60 heridos.

Un reportero de la BBC, que haca un directo en la azotea de su edificio, tuvo que dejar colgado el micrfono y la cmara para bajar al refugio en el momento en el que los misiles impactaban. Cuatro grandes columnas de humo se alzaron, igual que en otras tantas capitales. An huele a humo en Lepolis.

Testigos de los bombardeos en Zaporiyia y Dnipro relatan una noche infernal de sirenas y explosiones en el centro de estas ciudades. En ninguno de estos lugares hay tampoco objetivos militares ni parece que se trate de ataques de precisin. Mosc est poniendo en marcha su estrategia de imposicin de costes al gobierno de Zelenski. Es decir, poner muertos y destruccin como venganza. Segn testigos, muchos civiles murieron dentro de sus propios coches camino del trabajo.

Desde hace semanas, Ucrania reclama a sus aliados europeos sistemas antimisiles para poder proteger sus ciudades de los ataques indiscriminados rusos o los temidos drones suicidas iranes, uno de los terrores tecnolgicos que asustan a la poblacin civil. De momento, Scholz, Macron, Blinken y Liz Truss tuvieron buenas palabras. Pero las palabras no blindan los cielos.

El nombramiento la pasada semana de Sergei Surovikin en el Kremlin ya auguraba que vena para esto. Se trata del comandante ruso que bombarde en alfombra ciudades altamente pobladas en Siria sin importarle el nmero de civiles muertos. Era el personaje ideal para dirigir este drama. Habr que ver cul es la factura final que deja este carnicero.